sábado, 22 de octubre de 2011
Intentando rehabilitar una atención efímera...
Sé que pensaré en ti hoy, mañana y pasado... Después desaparecerás como tú bien avisaste.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Quiero ser.
Un robot, así entonces, no conseguir el mando de unos sentimientos no bienvenidos.
Por un casual, todo mi organismo se detendría, rehusaría esta mísera realidad que nos toca alagar.
¡Un día seré...lo seré!
¿Y quién dice que los robots no sienten ni padecen?
Por un casual, todo mi organismo se detendría, rehusaría esta mísera realidad que nos toca alagar.
¡Un día seré...lo seré!
¿Y quién dice que los robots no sienten ni padecen?
martes, 4 de octubre de 2011
Ante el amor, un adiós.
Y solamente pensar que conseguí tocarte...amaina todo un intento inconsciente de rehabilitación.
¿Qué deberé hacer si, contigo o sin ti, me comporto maliciosamente?
¿Qué deberé hacer si...?
Y solamente pensar que conseguí abrazarte...
Y solamente pensar que conseguí besarte...
Anna dejó su imperiosa pluma, arrastrando tras la susodicha, su deseo pasional de saltar al vacío, sus llantos estacionales y su sombrío rostro debido a las tantas noches en vela transcurridas. Estaba enamorada. Era ella.
Anduvo por sus más fatigosos pasadillos mentales, erigiendo así, un puñado de desdichadas frases pesimistas.
-¿Por qué escribo, puesto que no me gusta?- preguntó a mano alzada, alarmada y aturdida por dicha situación.
Anna se relamió las comisuras de los labios, produciendo un ruido chirriante, hasta vacilante. Acto seguido, un destello de luminosidad la sorprendió, arrastrando con gran ímpetu, su corta y deleitosa vida juvenil.
Anna cambió radicalmente su capacidad de persuadir, su pericia descendió.
Prefirió suicidarte ante la evidencia. Anna estaba enamorada de una mujer.
¿Qué deberé hacer si, contigo o sin ti, me comporto maliciosamente?
¿Qué deberé hacer si...?
Y solamente pensar que conseguí abrazarte...
Y solamente pensar que conseguí besarte...
Anna dejó su imperiosa pluma, arrastrando tras la susodicha, su deseo pasional de saltar al vacío, sus llantos estacionales y su sombrío rostro debido a las tantas noches en vela transcurridas. Estaba enamorada. Era ella.
Anduvo por sus más fatigosos pasadillos mentales, erigiendo así, un puñado de desdichadas frases pesimistas.
-¿Por qué escribo, puesto que no me gusta?- preguntó a mano alzada, alarmada y aturdida por dicha situación.
Anna se relamió las comisuras de los labios, produciendo un ruido chirriante, hasta vacilante. Acto seguido, un destello de luminosidad la sorprendió, arrastrando con gran ímpetu, su corta y deleitosa vida juvenil.
Anna cambió radicalmente su capacidad de persuadir, su pericia descendió.
Prefirió suicidarte ante la evidencia. Anna estaba enamorada de una mujer.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)