miércoles, 31 de diciembre de 2014

Buenas tardes. Hoy, es el último día del año y quería despedirme de la mejor manera que sé. Con algo de literatura, música y habiéndome tomado un café caliente.

"Pensé que  transmitía una sensación de aislamiento, no sé por qué. Aunque su forma de ser y de hablar eran dulces, me pareció que estaba solo."

Esta cita me hizo reflexionar mucho. Me vi reflejada en ella; quizás, también, el miedo que supuso el ver que la escritora reflejó mi posición hizo que saltasen las alarmas. 
Cuando digo la palabra "alarma" siempre proyecto una  imagen:

¡PRECAUCIÓN, PRECAUCIÓN!- vociferaba el policía frente a una maraña de vehículos enfrascados en una discusión.

Esa imagen se ve contaminada por la serie "Walking Dead", excepto porque en la mía hay lluvia y conductores ordinarios; sin ningún atisbo de "Apolapsis Zombie". Que, por cierto, muy buena serie. 
A su vez, en esa imagen se impregna de un monstruo que habita en nuestro interior reptando a través de nuestros intestinos y emerge por nuestros orificios nasales con un tamaño miniatura que le ayuda acceder a nuestro mundo. 
Pero, a la postre, esa secuencia se congela y no avanza. Se queda sumergida en una bruma espumosa, descolorándose y fragmentándose en trozos de cristal. Esto me llevó a la basura. Sí, exacto un cubo de basura invadido por tejones, pugnando por alimentar a sus familias con los desperdicios humanos o "beneficios" que aislamos en una bolsa de plástico. Qué festín para ellos. Y eso es lo que les empuja a incentivar la agresividad ante un "tejón forastero"; sus familias y ellos mismos, necesitan saciar su apetito, aun significando cometer un delito en los suburbios de "Tejón City".

Pero, como el monstruo que nos absorbe y el tejón que se arma de valor para hincar el colmillo, están igual de solos que el chico, amable y afable que irradiaba soledad en la cita. Aún estando sumergido en una conversación amena, con la mejor compañía, las paredes de sus órganos se embadurnaban de suciedad y hacía imposible ver con claridad el valor de las cosas; el valor del terrón de azúcar, de la taza de té, del sabor que espolvoreaba la sala...
Era una persona que con una mirada sonreía, sin embargo, en su interior, un monstruo aguardaba para engullir su figura gallarda. 







domingo, 28 de diciembre de 2014

Saluda a tu invitado.

¿Por qué cuando las personas se amparan tras una sábana resurge una conversación con una misma?

-Nadie sabe hasta qué punto puedo llegar, nadie sabe hasta cuándo pararé con esta mierda.
Estoy enganchada y no puedo evitar sentirme inútil por no alcanzar mis objetivos. Es inevitable desperdiciar el tiempo mientras barajas opciones, mientras éstas están alternándose tú aún dudas si la primera carta que se expuso tenía más posibilidades de encajar contigo que la última. En todo momento desconfío de  mi palabra, de la de mi familia y hasta la de las personas que sólo las reconozco por su nombre, no hay más vínculos. ¿Hasta cuando llegaré a establecerme en un lugar, tener una familia, compartir algo con alguien?
Mi vida comenzó tambaleándose y aun así, hay personas que llevando esa vida pueden explotarla según sus inclinaciones. En cuanto a mí, una mujer ordinaria, me espera un futuro incierto, predestinado a la clandestinidad, a lo obscuro y desvirtuado. 
No aparecerá una esperanza que arrope mis súplicas, nada...

¿Acaso ahí detrás hay algo? ¿Por qué le das tantas vueltas si es indiscutible tu declive? ¿Mejor aún, alguna vez estuviste en alguna cúspide? ¡Bájate del puto pedestal de mentiras!

-No, no quiero, quiero continuar con esto...
Suspiró. Controlaba la situación y hasta reconocía la voz que surgió de la nada.
 
Tras la ventana se asomó una escalera; madera barata y hasta los clavos sobresalían de los rectángulos improvisados. No recordaba una escalera en su ventana.

¡Eres estúpida! ¿Es que no lo ves? ¡Alguien ha situado esta cosa en tu ventana con una única intención! ¿Qué vas hacer, quedarte esperando a que aparezca el lobo feroz?
¡Te comerá, te comerá, te comerá...!

-No, no puede ser, es decir...

¡Sí, sí, es lo que tú quieres! ¿Tan sola te sientes que hasta un puto psicópata es bienvenido a tu habitación? ¡No te estás dando cuenta que éste lo único que desea es abrirte en canal?

-No, pero no puedo abrir la ventana, si me ve, quizá, tenga un arma.

O quizás no...

Un golpe de valor le empapó la espalda, sujetando el pomo de la ventana la trajo hacia su cuerpo, sudoroso, impaciente por el qué pasará. La puerta parecía la entrada a una cueva que al paso que te adentrabas con un faro de luz se hacían más amplias y visibles sus entrañas. 

-Ya está, está abierta. Lo he conseguido.

Muy bien, ahora falta lo mejor...¡Asómate! Aunque...creo que no hará falta.

-¿Cómo?

El edificio que colindaba, casi en ruinas y sucio, tenía muchas ventanas taponadas con madera mientras la única que tenía vistas al exterior estaba asaltada por un hombre.
Sonreía mientras saludaba con la mano. Una sonrisa cónica, desfigurada. Sus dientes eran los únicos que iluminaban la penumbra que almacenaba a sus espaldas. Saludaba con énfasis; quería verse recompensado con el mismo saludo.

¡Pues ya ves, este tío ha puesto una escalera en tu ventana para irse desde esa distancia a saludarte! ¿Por qué no le saludas, eh? ¿No crees que se lo merece? 




Buenos días. Hoy comienzo con una buena taza de café el día. No me augura nada fuera de lo convencional. Continuaré con lo que publiqué ayer, con el trabajo intenso. Estudiar y estudiar. Debo decir que, para mí, el estudiar no es otra cosa que investigar muchísimos temas y sacarle el néctar, su esencia. De esta forma, yo al menos, consigo comprender lo que decía Platón: aprender es recordar. Para mí, no hay mejor manera de recordar que investigar. Es un eterno retorno. 

Pero, no obstante, perseguiré más tazas de cafés y me pondré las pilas para rendir con más énfasis. Sino...me da que no saco provecho de ésto. 




Dentro de poco nos toparemos con un nuevo año y no sé cómo reaccionar. No filtro bien el dar paso a otra etapa. Siempre, cuando toda la familia se reúne y almacena una buena cantidad de sonrisas, siempre hay alguien que desentona por su aura de tristeza. Esa suelo ser yo. No comprendo por qué tres semanas al año tiene que ser motivo de acercamiento, calidez y "amor". No es justificación para olvidar el rencor que se arraigó por una disputa entre hermanos o, una despedida prematura del hogar materno por causas desconocidas.
La permanencia de esos sentimientos hace que cause la frustración y ésta se ve compensada por tristeza en una mesa con veinte comensales. ¿Es justo estar con cara de perro cuando los otros forman un confeti de alboroto? 
Muchas veces me he formulado esa pregunta; a veces siento piedad y acompaño a sus sonrisas con un amago de ternura, en otras ocasiones, insisto en mantenerme petrificada, observando sus gestos mientras escupen vino barato y migas de turrón. 
Es desconsolador. No sabes por dónde salir. No hay un cartel de salida de emergencia o como en las películas: exit.
No puedo trepar ni reptar por ningún sitio que me aguarde un hostal temporal.
¿Hay que suponer que tenemos que adoptar una actitud, para nada la nuestra, que hace cómoda una sesión de una noche con la familia? 
























sábado, 27 de diciembre de 2014

Café y libros. Una locura alcanzada.

Qué menos que un café acompañado de un libro. ¡Qué menos!

Como ya dije, intenté crear otro sitio para mezclar temas que me interesan como la investigación en diferentes ámbitos y algún que otro tema que se colase. Ahora comprendo que el lugar está aquí. En este blog.
Siento mucho dudar de él. Han sido muchísimos años y no lo voy a tirar por la borda. 
Soy libre.

Ayer emitieron el "Hermano Mayor",  y me sorprendió la capacidad de tergiversar que tienen algunas personas para justificar sus actos. En fin, cada uno decide cómo salir de las telarañas de Aracne. Porque, realmente, cuando nos vemos en una situación idéntica, no sé si a más de uno se le entrecortaría la respiración. No sabemos si son ellos (los acusados y por los que el programa está situado tras sus pies) o, por el contrario, son los padres los que incitan esas reyertas. Posiblemente exista un porqué en este contexto. Hay libros, documentales, personas especializadas en psicología social, especializados en adolescentes díscolos, rebeldes, desobedientes... Hay mil y una resolución para este punto en concreto. Sin embargo, ahí estamos nosotros, los espectadores, intrigados por cómo se resolverá y, como en todos los casos, algo curioso, acaban de fábula. 
Todos demuestras tener una actitud propicia para emprender acciones bienaventuradas, angelicales; después de estar durante toda una vida salpicados por el odio, por la penumbra y agresividad. En vez de preguntar qué significa la familia para ellos deberíamos preguntárnoslo a nosotros mismos. ¿Qué es para nosotros ese árbol familiar?
Encontraremos muchísimas respuestas, por lo tanto, no hay que juzgar algo tan variopinto como puede la familia, el núcleo de todo.
Como ya he dicho, es cuestión de la persona en sí,  no del universo. Aquí no puedo participar como testigo, sólo mis ojos han divisado, a través de una pantalla, una escena no la película completa. Me faltan datos. Así no se puede argumentar nada. 

Siempre el mundo nos esconderá alguna pieza del puzzle.





27-12-2014.


Demasiado trabajo. Algo que no significa nada si está  bien invertido. Pero tengo que dedicarle tiempo. Ojalá pudiese dividirme y hacer, a la vez, distintas tareas. Puede llegar a ser complicado pero, ¿por qué debería ser imposible?
Voy a por una café.



No des nada por imposible.


viernes, 26 de diciembre de 2014

26-12-2014.

Cobra un nuevo significado para mí el día 26. Ya no es el día de mi nacimiento sino el día que comenzó una nueva historia  en este blog.
Desde esta mañana,  a lo largo del día, me he puesto unas metas que deberían haber sido cumplidas, sin embargo, lo que más destaco es la desorganización. El desconocer qué hay detrás del telón, el buscar el porqué a todo y, a su vez, desconcertarme la contestación. No hay mayor orgullo para mí que el desorden en sí.
No comprendo por qué hay gente que admira cuando alguien demuestra ser un ordenado patológico. Creo que nunca encontraré una solución a esa curiosa observación
. No soy metódica en absolutamente nada, y admito que desde hace muchos años convivo con la improvisación. Ella me respeta.
Bueno, a todo esto quería decir que el día no es algo que podamos estructurarlo y adjudicarle una orden u obligación específica sino, más bien, es todo lo contrario. Si hacemos eso, tendríamos que cuestionarnos y preguntarnos si realmente vale luchar por la opresión, y no por un día ordinario y azaroso.
Hoy, inauguro este terreno tan yermo y a la vez misterioso. ¿Mis motivos? Todos o ninguno. Nunca una cosa u otra.





Siempre intentando luchar en un momento de tregua; es una mujer obstinada. No podrá más mientras insista en recuperar lo que perdió. No se perdona ni el más mínimo fallo.
Eso no es humano. 



Esta sería la entrada a mi nuevo espacio personal pero...¡¡¡me ha sido imposible!!!

lunes, 22 de diciembre de 2014

Te echaré de menos.

Buenos días. Hoy, un día más escribiendo para nadie. Con los ánimos por los suelos. He de decir que sí, yo no busco el lucrarme con ésto, pero, la verdad es que me gustaría una valoración. Que alguien por un casual me lea y me explique su modo de juzgar mis escritos, si algo valen, claro.

Estoy cansada ya de muchas cosas. De ver cómo me quedo atrás, ver cómo no consigo alcanzar absolutamente nada, ver que no me valoran ni un ápice de lo que quizás debería hacer todo el mundo con el mundo. Los juicios no soy malos; es parte de la fórmula para hacer frente a un mundo estimulado por las críticas. Es totalmente recomendable. No me importan los calificativos siempre que se envíen desde el respeto, que a veces hay mucha confusión. 

El título alude especialmente a mi despedida. Porque es lo que espero propinar a este blog. Un adiós permanente, para así poder abrir otra ventana que me vincule a otra vida. Comenzar algo nuevo, diluir el veneno que he ido inyectándome, asentir que puedo ser algo más, no algo menos. Quiero dar mucho de mí, explotarme hasta que se me salten las narices, inclusive. Quiero rozar, palpar y patentar una cima que siempre resultó lejana. Tengo tantos sueños que deberían, obligatoriamente, cumplirse. Tengo tanto recolectado en mi interior, que tengo ganas de regalar mis  cultivos, mis metales preciosos, mi esplendor.
No sé, quizá quiera demostrarme algo. Y si es así, que así sea. 

No tengo ni una sola idea de cómo será lo que construiré. ¡NO SÉ NADA!
Pero le pondré unas ganas e ilusión tremendas.
¿Esto es un adiós, un hasta luego?
Tampoco tengo respuesta para eso. No borraré esta página, ha significado mucho para mí; me ha ayudado...Pero es hora de renovarse, de reencontrarse.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

-Nos localizamos en un edificio, sus cristales impiden otear lo que su interior esconde. "Asuntos que no incumben", alega Hermes, el mensajero de los dioses. No podemos concentrarnos en este punto, tenemos que distribuirnos por todo el terreno para cercarlos. Tienen que vernos débiles, frágiles, entonces, así, conseguiremos un resultado.
Mandaremos una ofensiva silenciosa, ya lo decían los franceses, éstas siempre conducían a resultados positivos; no vamos a descartar tal posibilidad.
Están manipulando a seres humanos, señores, eso es lo que sacamos a limpio. Seguramente utilizarán alguna tecnología onírica para poder inducir el sueño y, llegados a ese punto, cambiar el rumbo natural de su curso. Están creando sueños de los sueños propios del sujeto. Necesitamos detener este experimento.  Están atacando la dignidad humana. 

Cada espejo, situado a cada lado de la majestuosa puerta, estaba enmarcado en un neón cada vez más fuerte.

-Están comenzando-, anunció el portavoz. 


Rezagada en el sillón-silla (lo que sea), me encontré con mi reflejo. A veces, mientras la luna se venda los ojos, intenta mantener una conversación conmigo. Me niego a estar hablando conmigo misma. Odio esa sensación; así que, la única solución viable que encuentro es la de huir, salir volando de esa sala de estar macilenta. Cuando, confiada, me sitúo en el jardín de la calle principal de mi barrio, siento la llegada de Soledad; una compañera que desde la temprana edad de nueve años anida en mí, apareciendo de  entre las sombras que dibujan los arbustos para estar conmigo.
Camino para desprenderme de los fantasmas que me persiguen, camino para ahuyentar el peso de mi yo. Es un intento fútil, siempre me reencuentro con ellos. Nuestros paseos nocturnos convergen en la esquina de la calle.
En mi sorpresa, me encuentro junto con Soledad, en la esquina donde trafican aquéllos que siempre divisan mis huellas,  pues siempre se despide cuando los otros irrumpen en la conversación. Esta vez, parece que no tienen ánimo para dar ni  las buenas noches.

Soledad enmudece y yo, a su vera, escucho su respiración. La noche está de luto. Parece que todo el vecindario está siendo espectador de mis delirios. Soledad me mira, no sonríe, simplemente me mira. Siempre tengo que ser yo la que inicia la conversación. Demasiado tedioso para mí. Yo también puedo ser obstinada, querida. Sé que si no hablo yo  nadie más saldrá del callejón como segunda opción. Sin embargo, no me siento incómoda frente al silencio. Me conforta. Perseguiré las pequeñas lunas que alumbran la senda que, quiera o no quiera, me dirige. 
Llegué a un banco y allí conseguí dormir. Lo cierto es que, somos seres nómadas, ¿a que sí, Soledad?








Un golpe invisible exhortó al ser humano a comportarse de otro modo; es como si no fuese realmente un hombre, una mujer o hasta un recién nacido. Las secuelas las heredaron los que, en sus primeros pasos, intentaron entender el mundo, y a los que, en los últimos, conciliarse con él. 

-Estaba sentada y no podía moverme. Mi cuerpo no podía despertar de ese sopor que congelaba al mundo. Todo el personal de la residencia estaba entumecido, sus miradas vacías, viciadas por el ambiente del entorno, viajaban de un lado a otro. Sólo el perro del dueño que vagaba constantemente desde el sótano hasta la segunda planta, parecía estar en sus cabales. O quizá no. Intenté saltar, gritar, hasta sonreír, algo me apresaba. Algo no dejaba franquear la línea de lo convencional; el hábito que llevaba tras de mí durante todos los años de mi vida. Pensé, entonces, que todo esto acabaría; que la vida se había portado demasiado bien conmigo para filtrar más tiempo de lo acordado. Asentí para mis adentros e intentó tomar una bocanada de  aire. Era inútil. <<Tras ese día, las cosas cambiaron, ahora puedo percibirlo, pero entonces, no sólo no podía ser dueña de mí, sino que mis pensamientos empezaban a debilitarse  y caí en la conclusión  de que, tal vez, podía sufrir algún tipo de alteración>>, pensé mientras rememoré los restos de ese día.
Antes de esa pausa que enmudeció al mundo, las personas que lo padecieron tenían un color distinto al que hoy irradian.

El olor a maíz me revolvió el estómago.

 -Realmente, somos capaces de empujar al cuerpo a formular ciertos cambios-continué-, somos capaces de reconocernos ante un espejo y sonreír azorados, y hasta de encontrar a una persona que nos haga desestimar una cuestión que considerábamos certera. Somos capaces de abandonarnos y ampararnos en manos desconocidas. Tendemos a exagerar una situación y hasta gritar ante un auditorio nuestra ideología socio-política. 
Pero cuando nada de eso es posible, cuando nos invalidan como personas, sólo nos queda, como único recurso, la mirada. Deberíamos recapacitar y concluir que, quizá, el mundo nos está dando una alternativa. La de la aprehensión. Cuando a una la dejan en una habitación con veinte personas expectantes, con ojos suplicantes, ante el qué pasará, podemos colegir que esa persona, habrá razonado, obligada, y todos sus intentos habrán acabado en un adiós momentáneo. En esos momentos, quise desconectar, desenchufar el cable que me mantenía con energía y cerrar la puerta que abría una maravillosa exposición de personas sumidas en un sueño; pero era imposible. Nada, nada podía hacer.
<<Sólo el perro continuaba con su rutina>>, recordé.




17-12-2014.

Hoy, un día como otros, intento concentrar todos mis sentidos en uno. Acabar con esta "pequeña" investigación que tengo entre manos.
 Se trata de un libro que saqué de la biblioteca. Un libro bastante rico en contenido (por eso mi demora) filosófico. Hay muchísimos términos que desconozco y, hacedme caso, me exaspera hasta causarme fatiga. Sin embargo, siempre se empieza desde un primer paso (siendo novato).
Deduzco que lo acabaré hoy mismo y, lo más probable, es que me vuelva a leer algunos capítulos que se han ganado mi interés. Como he dicho, me demoraré bastante con esta cuestión y no sólo es ese el motivo de mi impotencia, es que, además de no entender mucho de qué va el asunto, sé que volveré a reservar ese mismo tomo y devorarlo como hoy día estoy haciendo. Tengo que saciar esta curiosidad, buscar lo desconocido con ahínco y resolverlo cuan ecuación matemática.
A parte, estoy considerando la idea de crear otro blog y dedicarlo únicamente a mis estudios personales; y no me incomoda, la verdad. Estoy deseando hacerlo. Pero tengo que ordenar mis horarios si me propongo algo análogo. Y ante todo, ser persistente, y no marginar esta causa. 


Para hoy, una canción que llevo escuchando desde hace unos días y, quieras o no, tranquiliza bastante.