viernes, 8 de noviembre de 2013

Alucinación. ¿Un hombre imposible?

Sé algo más de él. Es profesor de economía, jefe del departamento, inclusive. Desconozco su estado civil, su edad y  pensamientos crípticos. Hace dos días que observo cómo se desenvuelve entre los transeúntes, cómo hace de guía con otras docentes,  empero, reconozco no ser objeto de sus deseos. Eso me hace exasperar y, en ocasiones, emanar una animadversión que, a su vez,  me convierte ducha en la materia. 
Impotencia que tiende a sumisión.
Impotencia que estima un reconocimiento. 
Un miedo que converge en catástrofe. Me sofoca, respiro. Necesito hacer de mi cuerpo una bolsa de aire.


Sé algo más de él. Su aspecto induce  benevolencia. Ora agasajos; ora ofrecimiento de bienes. Se presenta ante el mundo con un bigote canoso, especialidad de la casa; un pelo correcto, disciplinario, níveo y alineado. 
Transmite todo: ese todo se reduce a una nada; una afirmación que bombea significado, por lo que resumiendo, es un todo compuesto por una base nimia; una nimiedad que sustenta ese vínculo, esa cohesión de sentimientos, que sin éstos qué sería yo, qué sería de mí. Suspiro.

Ignoro todo acerca de ese hombre, o en suma mayoría, pero conforma una parte de mis  indagaciones y cavilaciones. Eso ya es venerable. Y hace de esta estancia embrollada y calumniada, una más apacible y entretenida. Prefiero esta vida. Prefiero el conocimiento de una persona vía sueño.

Pero es inevitable los impulsos que voluntariamente reprimimos, como lo son las ganas de saciar nuestro libido o satisfacción de otra índole. Por la misma razón que es totalmente comprensible los ya susodichos, lo es la manifestación de algunos que se ven en esa obligación.
No podemos oprimir lo que ansiamos berrear; exacerbar esas representaciones de sueños catalogados como "ideales"  nos hacen calibrar nuestra salud mental, imaginad si los realizáramos. Yo invierto en ello todo mi capital.

Me remito a lo dicho, cuando sus ojos resbalan en derredor, como si en los recovecos del instituto pudiese dilucidar la solución a su vida hueca y ensimismada, me amparo en la desazón como remedio a toda mi angustiosa represión. 
A la postre, conseguiré una recompensa, no obstante es lo que viene siendo una satisfacción y, por concluyente, se aceptará con todas las normativas vigentes hasta el momento. 

Mientras tanto, urgiré alguna fruslería, de las mías, para ir avanzando en el terreno... poder mentar alguna vez su nombre...

Ojalá, ojalá, ojalá...

jueves, 7 de noviembre de 2013

domingo, 3 de noviembre de 2013

La vida es un caos.

Compartes experiencias fragmentarias de tu vida con personas que se hacen llamar familia, amigos, compañeros, seres...¿a qué es debido?
Te introduces; vía mecanismo automático por el que te hará falta un instrumento;  un instrumento que facilitará tu libre acceso a un lugar que tienes catalogado como "hogar, dulce hogar", casa, morada, cobijo, etc. 
Y encuentras en la susodicha a unas personas que conoces como familia.  ¡Pardiez, familia, un hogar humeante, todo ello bálsamo para el mal de amores, perdone usted!

Caminas con las manos enfundadas y la solapa hacia arriba, observando en derredor algún cambio operado en aquéllos que se hacen llamar ciudadanos; sí, esos son personas que comparten contigo un territorio, una ubicación geográfica, un idioma común, inclusive, un dialecto. 
No te demores en analizar banalidades que por el azar, muy dichoso él, se han inmiscuido en tu vida. Reconoce la evidencia, lo que representan esos objetos, seres; representan la realidad que has ido aunando en tu sesión cinematográfica. Sí, señor, que el séptimo arte no falte, reminiscencia visual, no está mal planteado.
Todo es una sesión, una película que se explayará por todos aquéllos  que conocedores de tu fuente de energía, patentan su existencia con citas, frases memorables que gustan al público dejándolo en una clase de ensueño. ¡Despertad, estamos condenándonos!

Realmente mi propósito en esta publicación no era otro que el de exponer un vídeo musical. Remedio y rendición para todos las personas que desean sucumbir a la postración. No es un insulto, simple y llanamente, evito la utilización de un lenguaje ambiguo. Buenas tardes.