viernes, 16 de agosto de 2013

Esta entrada va dirigida a alguien especial. 

En su persona se venera la gallardía y se posterga lamentación.
 No grita, susurra. 
No echa un vistazo, observa con determinación.
 Un estoico decrépito. 
Ni una lágrima resuelta a ser vista, ni una palidez justificada, nada he visto en su tez rosada por el roce de un sol risueño. 
Nada se divisa;
 Nada se comparte.
 Es un grande, un luchador nato.
 Su demora a la postración se apeló a la esperanza de un futuro mejor.
Te admiro, caballero.


jueves, 8 de agosto de 2013

Gritar hasta la desesperación.

Buenas tardes, hoy un día como el resto, no aprecio diferencia. 
Dalí dijo en una de sus entrevista, que con un atisbo deferente hizo resaltar, su popular maña en el arte del engaño, mentira, patraña, como guste.
Literalmente no puedo reflejar su expresión al aludir que su conversación, el 100% es completamente mentira. 
Lo que trato de explicar es, pues que siento lo mismo que, de hecho, sentía él sentado en dondequiera que sea.
Me basta con mentir para confrontar la realidad con mi personalidad, muy versátil la dichosa. En Madrid, lo experimenté, erigí una personalidad recién sacada del horno, sutil como un pañuelo pinteado de turquesa. 
Ni un ápice de asombro se difería entre mi yo, el cual pensaba tener apresado, y el nuevo, que acababa de crear. Irradiaba pinceladas de abnegación por ese perfil desprovisto de brumosa historia. Comprendía lo bien que se siente ser alguien que tiene todo lo que desea, radicaba ahí toda la profusa felicidad, denotaba capullos de bienaventurados vestigios. Pretensiones que ya las idealizaba, las  palpaba, era todo esa invención. Pero, cuando nadie te conoce puedes jugar con ellos, mientras los que te calan al momento, no te provisionan de margen, te  hacen subsistir de manera defectuosa. 
En fin;
Odio esta vida.