Comenzaremos con las pretensiones futuras, ¿qué hacer? Nunca pasará inadvertida esa cuestión.
Mi vida es un mar de altibajos, no saber qué rumbo escoger me conforma como persona aprensiva, o tendencia a la aprensión. ¡Pero qué puedo hacer, pues! Esa maldita, impertinente, zozobra acecha hasta aminorar mi paso, se excede y se congratula pues, dichosa ella por conseguir sus metas, aspiraciones e ideales tangibles.
Dispensadme.
Se despereza un día que parece mermar el temperamento de muchas personas. Parece calibrar los sueños que estaban como recordatorio, ese hecho, difiere en los saludos inmediatos de cónyuges, allegados, maestros y maniáticos.
Los saludos, los saludos, los...saludos, ¿eran ésos tan metódicos como se esperaba?
Tácitos, escuetos y, dentro de esos rangos, imperiosos.
De saludos pasaremos a maniáticos. Irresistiblemente celestial el roce de sus alas con el parpadeo de esos ojos tan oblicuos, tan materialistas.
Bre...Bre... Bre... Yo misma me comprendo cuando ululo como un animal díscolo.
¡Poco dócil!
¿Qué es el amor, un amor de pareja?
No sé si estoy preparada para tanto compartir de experiencias, sentimientos, pero...quizá me venga bien el que alguien se adueñe y acapare mis debilidades por algún tiempo.
No comprendo por qué...¿Qué será esta sensación?
Amor sé que no es. Eso es insípido... ¿VERDAD?
Me pasaría el día completo incluyendo anotaciones, cuanto más inútiles más aumenta mi espíritu budista. En fin, recuerdos, eso es lo único, desechando calamidades, que queda.