domingo, 16 de febrero de 2014

¿Qué será de mí? 
No lo sé, sinceramente. Espero que la azarosa vida que protagonizo me dé tregua, porque no funciono para proporcionar éxito ni para cumplir con las esperanzas que vierten en mí.
No puedo; siempre he ido contra corriente, ahora no voy a corregir mi actitud ni, mucho menos, hacer de ésto una patraña de las de antes y confiar al mundo un producto efectivo y nada defectuoso. ¡No, señores, no abriguen esperanzas!
Las personas poseen unos rasgos característicos inherentes, de los que ni ellos mismo tienen potestad; por lo tanto, no presionar a una persona a ostentar un cargo, ni atenuar su motivación inicial; no, simplemente eso facilitará a proyectar en vosotros una imagen negativa, autoritario y asfixiante. 
Si queréis aportar vuestro granito de arena, vuestra más franca y humanista opinión, consejo, etc. Elegid: o desmembrar a la persona en cuestión y reducirla a polvo o, complementar, añadir (siempre para alcanzar un progreso), e impulsar a la persona que pende entre dos escalones hasta su destino.
Por lo tanto, dejad de alienar a la persona, profanar sus sentimientos para imbuirle unas pretensiones egoístas. Mis saludos, una mujer sin identidad.

miércoles, 12 de febrero de 2014


Necesito despertar en un día radiante.

Por lo tanto...sé reconocer cuando incurro a error, cuando albergo esperanzas huecas, aquéllas que un solo vaivén desintegraría. Lo reconozco, al igual que comenzaré a desaparecer de sus ojos; ¡oh, luz intermitente, deja de incordiar! No sé si soportaré desviar mi mirada de esos luceros afónicos, agrietados por el delito perpetrado; no podré insistir en desconectar esa activo interés que, desde un inicio, decidí pronunciar.

 Aún así, admitiré que olvido con más frecuencia los hechos que me saludan e intercambian una palabra o amago de ésta...¿Qué me está pasando? ¿Acaso yo destaco por abúlica? Joder, me reconocía más gallarda.